Todo comenzó con una pregunta sencilla pero poderosa:
¿Por qué Waze no puede ser para todos, incluso quienes no conducen?
Durante una prueba técnica de 48 horas, se me retó a rediseñar una de las apps de navegación más populares del mundo. El desafío: adaptarla a nuevas formas de moverse por la ciudad. Pensé en quienes usan patinete, bicicleta o scooter cada día, como mi amiga Sofía, que va a clase atravesando Madrid sobre dos ruedas.
Así nació Waze Verde, una propuesta funcional, social y sostenible, pensada para incluir a nuevos usuarios y ayudar a reducir la huella de carbono.
A lo largo del proyecto, apliqué una metodología basada en Design Thinking, que me permitió pasar por todas las etapas clave del diseño UX/UI: investigar, empatizar, definir, conceptualizar y diseñar, generando una solución completa, inclusiva y orientada al futuro de la movilidad urbana.